CdeCuba: una revista y una colección

Dra. Magaly Espinosa. La Habana, Cuba

«…en los momentos cruciales de la historia de un país pobre como Cuba, la
sensibilidad artística ha demostrado ser una de sus invaluables riquezas»

Gustavo Pita

En el año 2008 aparece el primer número de CdeCuba Art Magazine1 una publicación sui géneris que se desplaza entre algunas de las características que presenta un catálogo y las que sostienen una revista de arte. El arte cubano es el anclaje sobre el que se sostiene, reseñando a artistas jóvenes que emergen desde los comienzos del presente siglo, junto a otros más experimentados.

Su estructura es sencilla, comprende textos breves ilustrados con imágenes de obras de los artistas referenciados e imágenes de otros creadores que aparecen entre un texto y otro. No encontraremos críticas de corte ensayístico, ni ningún otro elemento propio de una revista de arte: secciones, publicidad, alusiones a publicaciones de arte, ni la amplia información visual propia de un catálogo, pero quizás esa ambigüedad de género editorial, es uno de sus encantos, porque de manera ágil y rápida nos informa sobre un universo visual tan particular como la propia publicación. 

Hasta el presente han aparecido 30 números, (incluidos el número 0 y 00) los que contienen aproximadamente textos que se acercan a la creación de 280 artistas.

El trabajo paciente del editor Ximo Sánchez, visitando estudios, dialogando con creadores, discutiendo con los críticos elegidos para cada ocasión, cobró la envergadura de una metodología de trabajo. Su sensibilidad le permitió comprender qué crítico era el apropiado para discursar sobre uno u otro creador y así en la medida que se hacía posible un acercamiento a artistas, unos más divulgados y otros menos, se reunían voces críticas emergentes junto a otras consolidadas. Por ejemplo, en el No.07 se puede leer un texto de Gerardo Mosquera sobre Jorge Luis Marrero, destacado creador e integrante de una generación que emergió en los años 902, otro texto de Antonio Eligio Tonel, sobre el fotógrafo René Peña, publicado en el No.02, quien cuenta en su haber con algunas de las más potentes fotografías del imaginario visual cubano o el aparecido en el No.22, de Héctor Antón, inquieto y arriesgado crítico sobre un volcánico creador, Henry Eric Hernández. 

En el No.23 aparecen otros binomios: el texto de esta autora sobre Jesús Hdez-Güero, con el título Los pliegues de lo político, así como el dedicado a la obra de Celia-Yunior, Kafka resucita en La Habana, también de Héctor Antón. Me detengo en estos textos porque con ellos la publicación engrosa la referencia a artistas con una obra de contenido social y político y esto es importante, porque permite la presencia de creadores inclinados por una tendencia que es difícil de mantener en las actuales condiciones del arte cubano, que se debate entre la política institucional que no privilegia esa tendencia y el mercado y sus tentaciones.  

Antonio Correa, Magaly Espinosa, Héctor Antón, Carlos Jaime Jiménez, frency, Estela Ferrer, Magela Garcés, Abel González, Yenny Hernández, Hamlet Hernández, David Mateo, Shirley Moreira, Píter Ortega, Jorge Peré, Ricardo Alberto Pérez, Gustavo Pita, Suset Sánchez, son algunas de las voces críticas que más se reiteran a lo largo de los distintos números.

Ximo logró reunir artistas y críticos cubanos que viven en la isla y en otros países, creando así una memoria de las interpretaciones que privilegian análisis de corte histórico, filosófico, estético, sociológicos o antropológicos, aplicados para comprender las coordenadas discursivas de cada creador, con ello, se ha creado una dinámica narrativa que da cabida al vuelo espiritual de la filosofía, la precisión de los análisis estéticos, los caprichos de los dilemas sociológicos y los encantos de cada componente antropológico.

Tal resultado se ha alcanzado desde la información y el conocimiento reunidos por el editor, para detectar, dentro de una producción tan amplia de artistas como la que compone al joven arte cubano, a aquel sector que se ha destacado por la calidad formal y temática de las obras, junto a búsquedas más experimentales.

El contexto que rodea a este arte ha dado cabida a publicaciones espléndidas, surgidas algunas de la propia vida del arte, como sucedió con Albur, una revista casi artesanal, que se editó en el Instituto Superior de Arte, bajo la dirección de un estudiante de Dramaturgia, Iván González Cruz, con el respaldo de profesores y artistas de esa institución, procedentes de todas las especialidades, en un momento en el que dicha institución contaba con un claustro formado por la vanguardia artística e intelectual cubana. También en ese espacio indomable, se publicó bajo la guía de la artista Tania Bruguera el periódico, Memorias de la postguerra, que aunque solo contó con 2 números, se ha convertido en un emblema de cómo es posible, por medio de una publicación, abarcar la esencia de las renovaciones y conflictos que vive el campo artístico y Lo que venga, editada por David Mateo, la que se sumó a esta oleada de dignidad editorial, modelos que hacen evidente la cuantía de una crítica y pensamiento teórico, cuando alcanza reflejar y adelantarse en predicciones sobre el valor y la persistencia del arte.

Estas publicaciones alternativas que aparecieron y desaparecieron en la década de los 90, fueron producto de la iniciativa de sus editores, del esfuerzo de artistas y profesores, pero para comprender esa década y en gran medida la prodigiosa de los años 80, es necesario leer los textos que las componen, porque ellos nos acercan a conocer un momento en el que el documento se convirtió en arte.3

CdeCuba Art Magazine vive otras circunstancias propias de los años que se inician con el nuevo milenio, no tiene el carácter multidisciplinario que asoma en las publicaciones antes citadas, ni el cobijo de un lugar mágico como el de las Cúpulas del ISA, sin embargo, se aproxima al espíritu de memoria que alienta en ellas, y como sus colegas, se respira en sus páginas un desprejuicio que debe prevalecer en todo juicio crítico.

Una de las cualidades más significativas que posee se encuentra en su carácter aglutinante, porque al acoplar artistas y críticos que viven en la isla y fuera de ella, de generaciones diferentes en el caso de la crítica, géneros, tipos y tendencias artística diversas, no solo congrega lo artístico en ese territorio sin fronteras en el que subsiste la cultura cubana, sino que ha conseguido cumplir con el propósito al que se refiere David Mateo: “lo más difícil es ser sistemático”.

La constancia de esta publicación, mantenida durante 12 años –hasta el momento–, convirtiéndose en un referente para conocer a jóvenes creadores, que aún no tienen una visibilidad sostenida en el contexto del arte cubano, y si algo curioso asoma en sus páginas son textos críticos de artistas sobre artistas, como es el caso del escrito por Larry J. González, sobre Yornel Martínez, (No.12) el de Yornel, sobre Reynier Leyva Novo, (No.13) el de Ruslán Torres, sobre Ernesto García Sánchez, (No.15) o el de Henry Eric, acerca de Renier Quer (No.20). Aledaño a esto coexisten textos escritos de los artistas sobre su creación, puede verse el caso de Jorge Wellesley (No.13), Francisco Masó  (No.12), Harold Vázquez (No.09) o Darwin Estacio (No.10).

Esta labor editorial ha estado unida a la creación de una colección, en ambas se puede encontrar una orientación de cómo se ha ido formando el círculo del arte cubano de las últimas décadas, generándose entre ellas una mutua dependencia, que ha ayudado a la comunicación de los artistas entre sí y a ellos con el editor, en un momento en el que no son sistemáticas las alianzas. 

Con relación a la colección, esta se adscribe a la metodología de trabajo de su creador, ya aplicada en la edición de la revista, de ahí el por qué estudiarla conlleva tomar en cuenta los objetivos y fines antes mencionados.4

Hasta el presente la misma contiene alrededor de 450 obras, que se dividen entre los tipos tradicionales de arte y las nuevas tendencias artísticas: la video creación y la instalación fundamentalmente. La presencia más fuerte descansa en la pintura y el dibujo, pero el hecho de reunir 32 obras en video representa un esfuerzo digno de destacar, considerando que es una forma de creación que las colecciones no privilegian, aún siendo dentro del arte cubano un terreno que atesora algunas de sus piezas más valiosas.

En Cuba no existe un museo de arte contemporáneo, situación que influye para que muchas de las obras que en un futuro próximo apreciaremos como paradigmas de valor, se escapan y pasan a engrosar colecciones particulares. Ello no sucede por la ausencia de una crítica preocupada por esta circunstancia, ni de criterios que alerten sobre ello, sino por la política cultural aplicada.5 

Refiriéndose a la obra de José Toirac, la crítica y curadora de arte Corina Matamoros, a cuya meritoria labor se debe, en gran medida, la colección que posee el Museo Nacional de Bellas Artes relacionada con el arte cubano contemporáneo, argumentó: “…Cuando un curador ha hecho lo imposible por adquirir para un museo la obra de un creador, desde el momento en que se advierte su talento en ciernes hasta el apogeo de su madurez, se pone de manifiesto una interpretación patrimonial de largo alcance sobre una producción, lo que indica que la obra encarna una vida individual, única, irrepetible y a la vez, la vida de una época”.6 

Las buenas obras, siempre escasas, como diría un crítico de arte, lo son por ese poder de portar la sociedad y la cultura, aunque en ocasiones sea desde el propio discurso del arte, pero apreciarlas en su justo momento para que integren una colección es tarea del especialista, y esto siempre influirá en las valoraciones que la mirada del tiempo lance sobre la importancia y el significado de obras, escuelas y tendencias, de ahí el por qué es de tanta importancia saber atesorar el arte y alcanzar con ello colecciones que realmente contentan las dinámicas evolutivas por las que haya transcurrido.

La proyección internacional de nuestro arte ha dependido de un conjunto de factores muy variados, vinculados también con el propio proceso sociopolítico cubano. Tonel en una ocasión se refirió a esa proyección como arrancadas en falso: “…En mi opinión, el arte cubano de los últimos veintitantos años ha tenido una serie de arrancadas en falso en cuanto a insertarse, digamos como escuela, en el mercado del arte internacional. Las causas son complicadas, el hecho es que ninguna de esas arrancadas en falso ha producido lo que mucha gente esperaba que produjera…” 7

La colección que ha logrado reunir Ximo, tiene un valor importante en el tiempo actual. Almacenada y colgada en las paredes de su agradable casa-galería valenciana, con elegancia contiene la singularidad de la faena editorial.

Exponerla sería un regalo para los amantes del arte cubano, amantes apasionados que no admiten regaños a su amado y como todos los amantes disfrutan de lo que significa el amor.


1.    CdeCuba Art Magazine, bajo la edición de Ximo Sánchez, es una propuesta editorial de arte cubano realizada entre España, Cuba y Miami por el Grupo Siranga.

2.    El tema generacional ha sido una constante en el discurso crítico cubano, en un sentido validando la importancia de comprender la creación artística desde la pertenencia a una generación, o considerándolo un recurso gastado en los marcos de ese discurso. Debe tenerse en cuenta que las características socioculturales de cada década, desde los años 60, hasta el presente, han generado procesos de creación con marcadas diferencias que es necesario considerar, aunque algunos de los creadores más valiosos lo son por la capacidad de saltar cada etapa y rejuvenecer ante tanto cambio social.

3.    En los años 80, hubo varias publicaciones, entre ellas Diáspora y Caja negra, En el año 1995 aparece la revista Arte Cubano editada por el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, con 3 números anuales y posteriormente el tabloide de Arte Cubano. En los años 2000, se publican tres antologías de arte cubano, junto a Correos del Archivo Veigas y Artcrónica.com, revistas digitales. Esta última se mantiene como proyecto que incluye otras actividades, a su vez, han aparecido diferentes revistas que circulan en las redes sociales.

4.    Entre las colecciones de arte cubano vale destacar: Fundación Farber junto a su publicación digital Cuban Art News, Ella Fontanals-Cisneros, Jorge M. Pérez, su colección la abriga el museo PAMM, Sacramento Cuban Art Colection y la colección de Nina Menocal. En el plano nacional se destaca la labor, desde hace 37 años, del Fondo Cubano de Bienes Culturales, comercializando y divulgando el arte cubano, junto a ello, crecen estudios de artistas y galerías particulares.

5.    En el año 2001 se reabre el Museo Nacional de Bellas Artes, varias de sus salas se destinarán a la creación artística que germinó a partir de los años 80.

6.    Matamoros, Corina. JOSÉ TOIRAC (Esperando por Carlos Enrique) En: Revista ARTECUBANO. No 1/2019. Sello ARTECUANO Ediciones. La Habana. Cuba. 2019, Pp. 16.

7.    Fernández, Antonio Eligio (Tonel). René Francisco: Del arte a la Pedagogía. En Revista La Gaceta de Cuba.

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